[One-Shot] The madness of oblivion ~solitude~

Thais era nueva en la ciudad. Hasta ese día, había vivido en el campo, en un pequeño pueblo rodeado de un inmenso y verde bosque, repleto de grandes árboles que le habían servido de escondite en sus juegos infantiles, en compañía de su mejor amigo, Alan.

Fue por estos imborrables recuerdos que, al llegar a la ciudad, lo que más le impresionara fuera la ausencia de árboles y naturaleza a los que ella estaba acostumbrada. Aquél fue su primer pensamiento y sintió que no podría sobrevivir en un ambiente como ese, si no fuera porque con ella viajaba Alan.
Durante los primeros días, aún pensaba en echarse atrás, y volver con su familia y su bosque. En su casa había sido apoyada desde el principio por sus padres, quienes la animaron sin descanso y le proporcionaron todo lo necesario hasta que ella decidió marcharse a la ciudad.

Poco después de instalarse en su piso, Thais comenzó a ir a la universidad. Se adaptó bien y enseguida hizo nuevas amistades. Por otro lado, Alan se quedaba siempre en casa, ordenando los muebles y limpiando, pero nunca le dijo a la chica el porqué de que no fuera a la facultad con ella.

Pasaron dos semanas, y Thais decidió invitar a sus amigas a casa. Comieron, charlaron y, cuando salió el tema de los chicos, la joven quiso aprovechar para presentarles a Alan. Sin embargo, las demás parecieron ignorarle todo el tiempo hasta que se marcharon. No hablaron con él; ni siquiera le miraron una sola vez.

A medida que pasaba el tiempo, Thais iba simpatizando con más gente y se la presentaba a Alan cuando les visitaban, pero él siempre era ignorado por todos, como si no existiera.

Un día llamaron los padres de Thais para preguntarle qué tal estaba. La conversación fue normal hasta que la chica mencionó a Alan. Entonces, aunque no podía verla a través del teléfono, Thais sintió que su madre cambiaba de expresión.

-Thais, hija, Alan no…, no puede estar contigo.
-¿Qué quieres decir?
-¿No recuerdas lo que ocurrió?
Thais se quedó pensativa unos segundos.
-No. ¿Qué?
-Cuando teníais siete años, ¿en serio no…, no te acuerdas?
-Mamá, ¿de qué me estás hablando?

En verdad la chica no entendía lo que le hablaba su madre. Terminó la conversación y fue a buscar a Alan para preguntarle.

Sin embargo, el joven había desaparecido sin dejar rastro.

La chica salió a buscarle a la calle. Miró por varios lugares, pero tampoco tuvo suerte allí. Desesperada, corrió pronunciando su nombre hasta sentarse en el banco de un parque. Miró al cielo, recordando los buenos momentos que habían pasado juntos en la infancia y rogando por encontrarle pronto.

Y entonces recordó el momento en el que vio, a los siete años, cómo el chico, en pleno juego del escondite, se disponía a bajar de un árbol del bosque, resbalaba y caía al suelo; y al chocar, se oía un crujido y un denso líquido rojo comenzaba a esparcirse alrededor del cuerpo del chico.

Al fin Thais abrió los ojos a la realidad. Los muebles estaban aún descolocados, todo seguía lleno de polvo, y nadie en la ciudad conocía a Alan porque éste llevaba doce años muerto.